Contar la historia de la ciudad de Zaragoza es remontarse a más de dos mil años. Historia que parte de la colonización romana.
No obstante, el datar una edad de dos mil años a Zaragoza, es erróneo, ya que estaríamos hablando desde la fecha de nacimiento de Cristo; cuando la llegada efectiva de los romanos a la Península, se remonta bastantes años más atrás; se habla del Siglo I a. de Cristo, pero sin duda sería bastante más tiempo, ya que es improbable que la entrada de las Legiones Romanas a la Península a través del río Ebro fuese rápida, puesto que las embarcaciones debían ser escoltadas y apoyadas desde tierra; e incluso remolcadas desde suelo firme para combatir la resistencia de la corriente del río y el viento que, es frecuente y fuerte en toda la cuenca del Ebro (el famoso Cierzo).
Si a esto se le añade la dificultad existente en el desconocimiento del terreno, que habría que ir explorando palmo a palmo, no es disparatado deducir que el tiempo invertido hasta alcanzar posiciones avanzadas y llegar a Zaragoza, tuvo que ser de varios años. No hay que olvidar tampoco que Caesaragusta no fue la única ciudad romana colonizada en Hispania, ya que hubo bastantes más, aunque no de esta importancia. Y eso, desde luego, requiere un tiempo prácticamente incalculable.
En consecuencia, puede afirmarse sin temor a equivocarnos, que la verdadera historia y antigüedad de Zaragoza, tiene más de dos mil quinientos años. (Por otras razones que iremos desvelando en los sucesivos capítulos)
¿Significa esto que Zaragoza comenzó su historia con la llegada de los romanos?
Cierto es que como Ciudad, su fundación es romana. Y, concretamente, su fundador fue César Augusto; y de él surgió el primer nombre conocido: Caesaragusta.
Desde muchos siglos antes de la ocupación romana, Zaragoza estuvo habitada por numerosos asentamientos nómadas; Tribus viajeras.
No se conserva resto alguno de aquéllos asentamientos nómadas, aunque sí se han descubierto manipulaciones en el terreno que indican esta circunstancia; concretamente en la desembocadura del Río Huerva con el Ebro.
Aunque, todo esto lo iremos descubriendo en los sucesivos capítulos.
Antes de lanzarnos a la aventura de su Historia, creo interesante detenernos en un paréntesis para conocer su actualidad.
Zaragoza A lo largo de los siglos, Zaragoza ha alojado en sus entrañas nada menos que cuatro culturas o civilizaciones. De todas ellas quedan restos arqueológicos que hoy día aún van saliendo a la luz en diferentes excavaciones que se practican en el mismo corazón de la ciudad.
De estos hallazgos arqueológicos hablaremos más adelante. Ahora es momento de ver su actual rostro para así comprender cómo ha resurgido siempre desde sus comienzos.
Zaragoza muestra un gran contraste de edificios mezclados entre sí; edificaciones nuevas y modernas, se solapan con antiguas joyas de la arquitectura de diferente estampa. Esto indica ya con claridad que, Zaragoza entera es un museo vivo de su propia historia.
La ciudad está asentada en un enclave privilegiado. A orillas del río Ebro es donde, desde siempre, ha desarrollado sus actividades; tanto comerciales como urbanas.
Su situación geográfica es un importante eje que comunica con los principales centros económicos de la Península: (Madrid, Barcelona y zonas industriales del País Vasco).
Pero además de tal privilegiada situación, la misma Zaragoza es hoy un gran centro comercial e industrial de numerosas y variadas actividades.
El valle del Ebro, cuyo río es el más caudaloso de España, permite la conexión directa con el mar Mediterráneo (donde desemboca el río por el este de la Península) y, hacia el norte, accesos fáciles hasta el mar Cantábrico.
Zaragoza es además, la Capital de la Comunidad Autónoma de Aragón.
Como se ha dicho, cuenta con buenas infraestructuras comerciales e industriales, pero además, el sector Servicios es hoy por hoy, uno de los más importantes y significativos de España; concediendo al turismo un gran abanico de posibilidades.
El premio a tan larga trayectoria histórica de la ciudad, se le otorga para reconocimiento internacional convirtiendo a Zaragoza en la Sede Internacional de Exposiciones (EXPO-2008)
Importantes obras de infraestructura para este acontecimiento se llevaron a cabo. La propia contribución de Zaragoza para Expo-2008 se desenvolvió en torno a la problemática mundial, que es el agua. De este modo su nombre en la Expo-2008 se decidió como: Zaragoza, Ciudad del Agua. De ahí, el enclave escogido para la instalación de los distintos Edificios.
Ebro Bús Quizás este protagonismo sobre el agua, hizo que precisamente durante la celebración de la Expo, naciese un nuevo atractivo turístico, recreando la navegabilidad del río Ebro, en forma de barcazas bautizadas como Ebrobús y que actualmente realizan trayectos esporádicos, en los meses estivales, recorriendo las rutas fluviales comerciales, cuando en épocas anteriores era la principal vía de comunicación para estos cometidos.
Volviendo al tema de su privilegiada situación geográfica, cuenta con una gran infraestructura de comunicaciones con el resto de España, consistentes en Carreteras principales, Autopistas, Autovías, y líneas de ferrocarril en la que recientemente se introdujo el Tren de Alta Velocidad (AVE) que la comunica con Madrid y Barcelona.
Su aeropuerto es también eje de importante tráfico; tanto turístico como comercial.
El Pueblo zaragozano refleja en su cultura y personalidad actual, claros rasgos de una herencia transmitida generación tras generación, que va mezclándose por la convivencia solapada, y a veces conjunta, de las distintas culturas y civilizaciones que han existido a lo largo de su dilatada historia.
Alguna de estas culturas queda reflejada hoy, simbólicamente en las figuras de los Gigantes y Cabezudos que acompañan con su presencia en las fiestas mayores de Zaragoza, y en puntuales eventos.
Tal vez sea una manifestación más pagana que cultural, o un modo con el que rendir homenaje a determinadas figuras históricas. En cualquier caso, las culturas que nos precedieron quedan reflejadas así; de esta manera. Manera que se une incondicionalmente al propio folklore.
Este capítulo trata de ver las Culturas qué, según muestran los hallazgos arqueológicos encontrados hasta la fecha, nos han precedido estableciendo así nuestras raíces.
Pero... ¿Qué Culturas son estas?
Vayamos por partes:
Los restos romanos que aún perduran, ya muestran la antigüedad de Zaragoza. Aún permanecen como testimonio (y punto de interés turístico y patrimonial) las Murallas Romanas enclavadas entre al Mercado Central y el río Ebro.
El monumento a César Augusto preside este entorno situado en la Av. de César Augusto.
Zaragoza fue una importante ciudad romana. Donde el comercio y la vida ciudadana era todo un símbolo del poder de Roma, puesto que una ciudad con cerca de 25.000 habitantes, era en aquélla época, una ciudad importante.
Para decidir enclavar tal núcleo urbano, fue sin duda por la presencia del río Ebro con las ventajas que éste proporcionaba, ya que por aquél entonces, era navegable y las embarcaciones mercantiles y militares romanas accedían desde el mismo mar Mediterráneo hasta la propia ciudad.
Esto proporcionaba a Roma una ventaja sobre sus enemigos que no cesaban en intentar arrebatarles el enclave de la ciudad. Muchas guerras y batallas se produjeron entonces, y ninguna de ellas logró su propósito.
Todavía no está muy claro cual fue la primera cultura que se asentó en Zaragoza.
A pesar de los vestigios romanos que permanecen en pié, también los Íberos habían estado aquí. De ello, quedan vagos vestigios que así lo demuestran.
Y aquí nos queda la pregunta: ¿Los romanos arrebataron a los Íberos la ciudad?... O, ¿sencillamente la hallaron abandonada?.
Las continuas excavaciones que se practican al realizar una obra de infraestructura, permiten en alguna ocasión (fruto de la casualidad) encontrar restos arqueológicos. Estos restos tal vez lleguen en su día a revelar todas nuestras dudas y preguntas.
El caso más reciente en cuanto a descubrimientos arqueológicos nos referimos, es cuando hace unos pocos años se quiso realizar una obra en el Paseo de Independencia para construir un gran aparcamiento subterráneo.
Fue entonces cuando al excavar para su construcción aparecieron unos importantes restos de civilización Árabe. Una completa ciudad aparece en este subsuelo. Sin embargo, nadie ha proseguido las excavaciones y el enigma acerca de qué hubo allí, continúa. Entonces parece ser que decidieron enterrarlo de nuevo; es de suponer que el perímetro de tales restos es muy amplio, y, probablemente afecta a numerosos edificios construídos en el propio Paseo de Independencia. Con lo cual, el daño que se causaría al actual corazón de Zaragoza, sería mayor que los beneficios que pudieran derivar de la exploración del subsuelo. El tiempo venidero, sabrá qué hacer en su momento.
Teatro Romano Otro hallazgo, también puramente casual, pues no se tenía conocimiento de la existencia de unas importantísimas ruinas romanas, se produjo en 1.973 en la calle Verónica.
Se derribó un edificio con intenciones de levantar uno nuevo; ¡Cuál fue la sorpresa cuando se toparon con lo que se creían simples pasadizos subterráneos!... Lo que se halló fue, ni más ni menos, que los restos de un impresionante Teatro Romano. Enseguida se decidió suspender la construcción del edificio, y dedicar los esfuerzos a rescatar ese valioso recuerdo de nuestro pasado. Ese trozo de nuestra historia.
Hoy podemos disfrutarlo visitando el Museo creado para tal fin.
Probablemente la cultura más reciente es la musulmana.
El Puente de Piedra, cuya ubicación original fue trazada por los romanos, es obra musulmana. Este puente ha sido reconstruido bastantes veces a lo largo de varios siglos. El río Ebro, siempre ha sido un río muy bravo. Importantes avenidas de agua consiguieron derribar los Puentes una y otra vez. Finalmente su construcción perdura en la actualidad.
Y los puentes sobre el Ebro son (y fueron) de suma importancia, ya que ambas riberas de la ciudad son muy activas, y precisan estar comunicadas con facilidad.
El puente de Santiago, comunica el centro de la ciudad con importantes carreteras tomando dirección a Huesca y Barcelona. Se trata del tercer puente con que contó Zaragoza. Puente de reciente construcción, ya que lo fue a mediados del Siglo XX.
El puente de la Almozara, el del cuarto cinturón, el de ferrocarril, y los nuevos puentes que ahora se están construyendo conforman una gran infraestructura para cruzar el río y comunicar las dos riberas de la ciudad.
Tras este inciso sobre nuestros puentes, retomaremos las culturas que en Zaragoza se han sucedido (y en ocasiones, como se verá, mezclado y convivido entre ellas).
La época visigoda estuvo presente en Zaragoza. Le sucedió la musulmana durante cuatro siglos, aunque también, al mismo tiempo, cristiana y judía, eso sí; éstas con sendas minorías.
En poco tiempo la mayoría fue conquistada por el cristianismo, que también convivió con judíos y musulmanes, quienes quedaron en minoría.
Esta etapa, (la más reciente) fue la más duradera. Durante muchos siglos fue la personalidad de Zaragoza tras su conquista por el rey Alfonso I El Batallador, allá por el año 1118. (A partir de entonces comenzó -o continuó- la larga guerra contra los moros hasta expulsarlos del territorio español, que se habían apropiado tras sendas invasiones musulmanas)
Todas estas culturas, necesariamente han influido en la actual personalidad de los zaragozanos. Todas han dejado su huella y su intervención. Y el fruto de ello, ya lo hemos mencionado, es una fuerte personalidad muy determinada y con rasgos propios y singulares; tanto en el propio carácter de las personas, como en su gran hospitalidad hacia sus visitantes.
De la cultura judía quedan muy pocos restos. -Lo que no significa que más adelante no puedan hallarse más restos judíos-.
El legado monumental de todas estas culturas, es muy importante en Zaragoza. La ciudad cuenta con numerosos edificios, construcciones y monumentos de estas culturas y épocas, que, dicho sea de paso, se conservan en muy perfecto estado.
Sumergiéndonos en una de las más importantes y antiguas culturas que se asentaron en Zaragoza, de esto hace ya más de 2100 años, debemos considerar sin lugar a dudas la época romana.
Supongo que fue entonces cuando se marcó un antes y un después, tanto en la historia de la ciudad, como en la historia de la propia Península Ibérica.
Y digo un antes y un después, porque España no siempre ha recibido este nombre. Fueron los romanos quienes bautizaron la Península con el nombre de Hispania; y este nombre con el tiempo fue transformado hasta llegar al actual España; aunque, desde luego que el nombre original de Hispania nunca ha llegado a perderse del todo; de ahí que sigamos llamando a los países Sudamericanos Hispano parlantes, o Hispanos; calificativo este último que utilizan los norteamericanos para referirse a gentes que proceden de dichos países.
El mismo razonamiento existe para nuestra ciudad. No siempre se llamó Zaragoza. Los romanos la bautizaron con el nombre de Caesaragusta en honor a su fundador César Augusto; posteriormente, cuando los romanos la abandonaron, en el transcurso del tiempo su nombre fue transformándose varias veces hasta quedar en el actual.
Sin embargo, el nombre dado por Roma, Caesaragusta, no fue el primero. No, porque cuando llegaron, la ciudad se llamaba Salduie; tal y como veremos en capítulos sucesivos.
Y con este anterior nombre, Salduie, se tambalea la afirmación de que Roma constituyese aquí la primera ciudad conocida; ya que ningún asentamiento nómada poseía un nombre fijo determinado. Sólo a los asentamientos que tenían intenciones de permanecer estables y fijos, se les aplicaba un nombre; en consecuencia Salduie no puede ser considerado como asentamiento nómada.
Valle Medio del Ebro
El valle medio del Ebro estaba ocupado por Íberos y Celtíberos. Entre ellos se disputaban las tierras mediante duras batallas y guerras, de esto hace ya muchos años (hacia el 600 a. de C.)
Los arqueólogos han llegado a encontrar, tras sendas excavaciones en el terreno, y en las capas más profundas, lo que se cree son (o fueron) los fondos de unas cabañas que, formaron lo que podría llamarse un primer poblado permanente construido al abrigo del rincón que forma la confluencia del río Huerva con el Ebro.
Todo indica que Zaragoza era entonces una sucesión de tribus que se asentaban una tras otra, por lo general eran nómadas (Tribus viajeras) siendo los Celtas los últimos en llegar y, parece ser que éstos vinieron con intenciones de quedarse de forma definitiva.
Tanto Fenicios como Griegos aportaron su presencia, pero no con intenciones de ocupar territorio, sino como presencia comercial a partir de sus enclaves costeros, lo que se llamaban Colonias.
Por lo tanto estas tribus; que, como se ha dicho, normalmente se comportaban de forma nómada, no pueden ser tratadas como culturas que asentaran ciudades. De hecho, estas tribus casi siempre estaban en guerra. Unas veces, las más, eran derrotadas y expulsadas de sus enclaves.
Estaban muy lejos de alcanzar la evolucionada cultura de los países mediterráneos, que, dependiendo del grado de proximidad a los pueblos ibéricos, eran Célticos o Celtibéricos. Y estos pueblos eran los que estaban perseguidos por los romanos allá donde les encontraban. Tal vez sea este el principal motivo por el que los romanos colonizaran la Península, más que por el hecho de desear extender el Imperio de Roma
Las guerras y revueltas eran tan frecuentes como sangrientas. El Imperio de Roma estaba empeñado en conquistar todo el suelo que alcanzaba. Donde un romano ponía los pies, tarde o temprano ese suelo pertenecería a Roma.
Pero la toma de la Hispania era difícil. Y les llevó muchos años y muchas guerras hasta poseerla. Sus esfuerzos los centraron en tomar los puntos estratégicos y dotarlos de poder y fuerza suficiente para mantenerlos, lo que les llevó a la necesidad de reclutar tropa entre los hombres que colonizaban el terreno antes de su llegada, entre los que se contaban los llamados Ilergetes y Sedetanos. Estos últimos, en contra de los deseos de Roma, fueron atacados por los Ilerguetes -cuyos jefes eran los famosos Indíbil y Mandonio-
Estos ataques provocaron la respuesta de las Legiones Romanas que derrotaron y mataron a los jefes ilergetes. Los sedetanos, tras la derrota de los ilergetes, rompieron su alianza con los romanos, que ya mostraban una verdadera intención de conquistar y explotar las tierras a las que en un principio habían llegado sólo con la intención de atacar las bases cartaginesas de Aníbal que era su más terrible enemigo.
El resto de tribus, no quería someterse al poder de Roma, y también llevaron a cabo frecuentes levantamientos contra sus tropas. Lo que obligó a Roma a enviar no ya a un gobernador, sino a uno de los dos cónsules, que eran la máxima autoridad de Roma.
Fue Marco Porcio Catón el designado para sofocar las revueltas ibéricas.
Ya a finales del siglo I a. de C., llegaban al valle del Ebro los temibles Cimbrios, los cuales habían abandonado sus tierras en el Elba, y a su paso, derrotaban a cuantos ejércitos encontraban (incluidos bárbaros y romanos).
Sin embargo, al llegar al Jalón se toparon con los celtíberos. Los pocos cimbrios que quedaron, optaron por abandonar la Península a toda prisa.
Los ejércitos romanos, que, eran todos cuerpos de infantería, se nutrían con soldados peninsulares; los cuales dominaban el combate a caballo. Táctica desconocida y no practicada por Roma, lo que en cierta medida les podría situar en desventaja táctica, aunque no numérica. Por lo tanto optaron por conseguir su alianza antes que entrar en guerra con ellos.
Probablemente esto motivó el que Roma no llegase a fortalecer mucho la ciudad ante el temor de no poder hacerse con ella, por culpa de sendas derrotas. El poder de Roma se extendía por otros muchos suelos de Europa y la diseminación de sus tropas era más beneficiosa conservando los territorios ocupados que tratar de quedarse con una pequeña porción de tierra, a pesar de la gran importancia estratégica y comercial que tenía.
Pero las alianzas conseguidas estaban muy lejos de romperse, y esto tranquilizaba a Roma que no vio necesario el refuerzo de tropas en el valle del Ebro. Y así permanecieron mucho tiempo.
Caesaragusta quedó convertida en un territorio para premiar a sus legiones romanas, con tierra, casas, y todos los derechos que la ciudadanía romana les otorgaba. Caesaragusta era una ciudad próspera y rica.
Salduie, a juzgar por los hallazgos encontrados, había sido situada en la zona delimitada por la desembocadura del río Huerva en el Ebro. Probablemente el asentamiento tuvo lugar allí para protegerse de las posibles inundaciones que las grandes y frecuentes avenidas del Ebro pudieran causar.
Teatro Romano Aunque también es muy probable que se hubiera pensado en la estrategia defensiva que proporcionaba el estar en una posición elevada en ventaja con el entorno, y así elevar con seguridad fuertes murallas.
Y es que en las excavaciones han sido encontrados restos de materiales utilizados para la construcción de estas murallas.
En las excavaciones llevadas a cabo en la calle Sepulcro, (en el Boterón) se encontraron restos de murallas aparejadas con sillarejos de yeso, que es una piedra muy abundante en el valle.
A la llegada de los romanos, los habitantes de Salduie, durante el siglo primero a. de C., se romanizaron a pasos agigantados, lo que benefició los propósitos de Roma, que, dicho sea de paso, nunca les llegó a conceder los beneficios prometidos como ciudadanos romanos. Es decir, no tenían derecho ni a votar, ni a matrimonio, ni a los premios que Roma otorgaba a las huestes de sus legiones que se quedaban a vivir en Salduie.
Poco a poco los salduienses se veían desplazados de posición, poder y promesas.
Caesaragusta Caesaragusta en realidad fue fundada con veteranos de las tres legiones que Augusto había dejado en Hispania para mantener el orden en la frontera del Norte.
Se llamaban Legio IV Macedónica, legio VI Victrix y legio X Gemina. Estos nombres aparecen recogidos en las primeras monedas que acuñó la ciudad y en los primeros miliarios de Augusto.
Estos veteranos, tras veinticinco a veintiocho años de servicio militar, nunca regresaban a Roma, donde nadie parecía esperarles y no parecía viable el asentar allí sus últimos años de vida, por lo que Roma les premiaba en las tierras donde habían servido, con casas, tierras, y ciertos privilegios que en Roma difícilmente alcanzarían.
Como en otras muchas ciudades, además de Caesaragusta, el ejército romano era recompensado de igual modo. Y esto se debía fundamentalmente a que las tropas romanas estaban constituidas por ejércitos estacionarios. Es decir, allí donde levantaban sus campamentos, al tiempo crecían ciudades. Y todas ellas con abundantes construcciones de infraestructura; puentes donde hacían falta, plazas, mercados, teatros romanos, acueductos para llevar el agua a donde se necesitaba, etc. Además de grandes avenidas.
Aunque no todas las ciudades aparejaban el mismo trato ni los mismos privilegios. Habían ciudades consideradas colonia inmune y Caesaragusta era una de ellas. En estas colonias, los ciudadanos romanos obtenían libertad, y además, estaban exentos del pago de impuestos.
El matrimonio debía ser autorizado por Roma. No todos tenían permitido el hacerlo, y menos aún, el tener hijos; y que además, éstos, fueran considerados ciudadanos romanos.
Así nacía, por decirlo de algún modo, la primera ciudad habitada con una civilización y cultura propia; ya no eran tribus nómadas ni asentamientos eventuales. El comercio tomó mucha fuerza y el desarrollo creció en muy poco tiempo. De hecho, la Zaragoza actual, es una de las ciudades donde se conservan y encuentran con relativa frecuencia, restos muy bien conservados de importantes construcciones de la época romana que vivió en Caesaragusta toda una etapa de esplendor.
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